La evolución táctica del fútbol, Martí Perarnau

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La evolución táctica del fútbol 1863-1945

Descifrando el código genético del fútbol a través del falso 9

Martí Perarnau


LA EVOLUCIÓN TÁCTICA DEL FÚTBOL. 1863-1945. DESCIFRANDO EL CÓDIGO GENÉTICO DE LA MANO DEL FALSO 9

Martí Perarnau

VUELVE MARTÍ PERARNAU, EL AUTOR BEST SELLER DE HERR PEP Y PEP GUARDIOLA. LA METAMORFOSIS. El nuevo libro de Martí Perarnau descifra el código genético del fútbol. Describe la evolución táctica del juego desde su reglamentación en 1863: la pirámide de Cambridge, el mediocentro de ataque, el líbero uruguayo, la WM británica, el método italiano, el 4-2-4 húngaro, el cerrojo suizo o el 3-2-5 argentino. El libro recorre los distintos desarrollos tácticos de la mano del falso 9, la figura más compleja y sutil que existe en el fútbol. La figura del falso 9 surgió en 1910 y ha acompañado todas las sucesivas evoluciones: el juego directo inglés, el juego de pases escocés, la orientación ofensiva y la defensiva, la mentalidad proactiva, el espíritu reactivo, la defensa zonal, el marcaje al hombre, el ataque en línea, en abanico o en W. Todas las ideas del juego están contenidas en el interior del falso 9, que aglutina los cuatro grandes elementos del fútbol: balón, tiempo, espacio y engaño. Este libro demuestra que el fútbol es un combate de ideas, que viajan a lomos de entrenadores y jugadores en sus constantes migraciones, y que cada pueblo juega según su manera de ser. ACERCA DEL AUTOR Martí Perarnau participó en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 en salto de altura, especialidad en la que fue campeón y recordman de España en todas las categorías. Dirigió las secciones deportivas de varios periódicos y también la de Televisión Española en Cataluña donde creó el programa Estadio 2. Hace más de veinte años que se dedica, también, al mundo de la gestión, primero como director del centro principal de prensa de los Juegos de Barcelona 1992 y, posteriormente, ya en Madrid, como director general de empresas audiovisuales. Es autor de Senda de campeones, Herr Pep y de Pep Guardiola. La metamorfosis, los dos últimos publicados en este sello editorial. ACERCA DE SUS LIBROS ANTERIORES «Un trabajo tan exhaustivo como completo y elogiable.» Ramón Besa «Es una auténtica maravilla. Van a disfrutar cada página de las 461.» Vicente Ortega, Radio Marca «Es un libro sobre fútbol que sin embargo no habla de fútbol sino de arte, de vivencias, de perseguir una belleza —la del deporte— que está muy por encima de las miserias oficiales, antiguas y rancias.» Josep Maria Fonalleras, El Periódico «Una obra espectacular.» Lluís Lainz


Lo que no se ve es más importante que lo que se ve


Índice Prólogo ......................................................................................................... 15 1. El falso 9 contiene todo el fútbol............................................... 17 El falso es el verdadero 9 .......................................................................... 18 Una función compleja ............................................................................... 21 ¿Por qué no te quedas quieto? ................................................................. 23 Una función sin nombre ........................................................................... 24 ¿Cómo nació, dónde y por qué? ............................................................... 31 Imitación, inspiración, transmisión ...................................................... 36 2. Ernest Needham, el mediocentro de ataque. 1863-1909 ......................................................................................... 43 El reglamento prioriza la orientación ofensiva ................................... 44 El fútbol como deporte individual (e individualista) ......................... 48 El juego directo inglés ............................................................................... 53 El juego de pases escocés .......................................................................... 55 El mediocentro, un delantero centro extra .......................................... 59 La influencia universal de los escoceses ............................................... 61 El final del juego escocés en Escocia ...................................................... 62 La pirámide de Cambridge ................................................................... 64

El mediocentro nace de la pirámide ....................................................... 68 Las tres líneas de la pirámide ................................................................. 70 Defensa zonal, marcaje al hombre ......................................................... 75 El mediocentro imprime carácter .......................................................... 77 El ataque en línea ....................................................................................... 78 G. O. Smith, el prototipo del falso 9 ...................................................... 81 Harry Stapley, el «delantero raro» ........................................................ 82 Sheffield, centro neurálgico .................................................................... 84 Ernest Needham, el mediocentro moderno ......................................... 85 Needham diseñó los fundamentos del mediocentro ......................... 87 El tándem Needham-Waller ................................................................... 89 9


l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 Una propuesta rompedora: intercambiar posiciones ......................... 91 El Sheffield United de los tres bajitos .................................................... 93 Sandy Steel, el mediocentro goleador ................................................... 96 Colin Veitch y la pizarra del bogey offside ....................................... 100 McCracken y la treta del fuera de juego ............................................. 105 El descenso goleador y sus causas ........................................................ 110 3. José Piendibene, el primer falso 9. 1909-1930 ................. 119 Las dos orillas del Río de la Plata ......................................................... 120 Cada pueblo juega según su manera de ser ....................................... 125 De Escocia a Uruguay ............................................................................. 127 John Harley, el escocés que cambió el fútbol uruguayo ................. 128 La escuela del pase corto ......................................................................... 131 José Piendibene, el primer falso 9 ........................................................ 132 José Piendibene / 1910 ................................................................... 133 Arrastraba con él a los interiores ......................................................... 137 Agosto de 1910: «nace» el fútbol uruguayo ....................................... 138 El ataque en «V» o delantera en abanico ............................................. 141 Petrone cierra el abanico ........................................................................ 145 Pedro Petrone, el cañonero olímpico ................................................... 145 Tenía «patada de burro» ......................................................................... 147 Petrone fue la certeza del gol ................................................................ 150 Peñarol reivindica a Piendibene ........................................................... 153 Luis Matoso Feitiço / 1935 .......................................................... 155 Pedro Lago / 1936 ........................................................................... 158 Sebastián Guzmán / 1938 ............................................................. 161 Nasazzi inventa el líbero ........................................................................ 164 La tercera fase del fútbol uruguayo ..................................................... 169 4. Norman Bullock contra Herbert Chapman. 1925-1937 .... 181 Cambio de reglamento: la gran revolución ........................................ 182 Pánico en Inglaterra por la nueva norma ........................................... 187 La orientación defensiva ........................................................................ 190 La intuición de Jimmy Seed en Highbury ......................................... 195 Aquella primera tarde en Highbury… ............................................... 197 Herbert Chapman, el descubridor de los espacios ......... 199 El valor de las charlas tácticas ............................................................... 202 Chapman completa su modelo de juego ............................................. 205 Nace la WM: su verdadero contenido ................................................. 209 Tercer zaguero más interior errante .................................................... 216 10


ma rtí per a r nau Un cuadrado en el centro del campo .................................................... 221 Cuarta línea, marcaje al hombre, búsqueda del espacio libre ........ 224 Ideología proactiva, ideología reactiva ................................................ 226 norman bullock, el primer falso 9 inglés ........................... 228 Norman Bullock / 1925 ................................................................ 231 Con tercer zaguero y falso 9 ................................................................. 233 El Bury cambia de rumbo ...................................................................... 236 El final de la fiesta ................................................................................... 242 Bullock contra Chapman ....................................................................... 245 Ernie Matthews, el alter ego de Bullock ............................................ 247 Ernie Matthews / 1935 ................................................................. 249 El 3-2-1-4 de Bullock ............................................................................... 250 Los falsos 9 de Mánchester y Sunderland .......................................... 253 Fred Tilson / 1931 ........................................................................... 254 Eric Brook / 1936 ............................................................................ 256 Bobby Gurney / 1937 ...................................................................... 257 George Raynor, heredero ideológico de Bullock .............................. 262 5. Luces y sombras de la WM. 1925-1949 ................................ 263 Hungría. No cuajó pese a los emigrantes ........................................... 267 Austria. Nunca se les pasó por la cabeza ............................................. 270 Italia. Metodistas contra sistemistas ................................................... 272 Estados Unidos. Todos la empleaban .................................................... 287 Polonia. Contrarios a la WM ................................................................. 289 Uruguay. Se implantó en 1946 .............................................................. 290 Portugal. Scopelli la importó de Francia ............................................. 291 Brasil. La propuso Izidor Kürschner .................................................... 297 Argentina. Oscar Tarrío la trajo de Francia ....................................... 300 Francia. Kimpton la extendió por todo el país ................................... 305 Países Bajos. La impuso el modesto KFC ............................................ 308 Alemania. Otto Nerz fue su gran apóstol .......................................... 312 España. Míster Pentland fue el primero ............................................. 322 Unión Soviética. Starostin la imitó de los vascos .............................. 331 Los polinizadores del fútbol ................................................................... 339 6. Sindelar y Sárosi, héroes de un imperio evaporado. 1910-1939 .................................................................. 341 los padres fundadores del fútbol europeo ........................ 343 Cinco fundamentos del juego ............................................................... 345 Hugo Meisl, el gran dinamizador ........................................................ 349 11


l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 Jimmy Hogan impulsa el Homo tecnicus .......................................... 351 Meisl contrata a Hogan .......................................................................... 356 Dordrecht, cruce de caminos europeos ............................................... 359 La primera metodología de entrenamiento ....................................... 363 Obsesión por la técnica ........................................................................... 367 La escuela danubiana surge en Budapest ............................. 369 John Tait Robertson, padre de la Escuela Danubiana ...................... 372 De Holmes a Hogan ................................................................................ 376 El aplastante dominio del MTK ............................................................ 377 Gyula Mándi, el inventor del «salir jugando» .................................. 380 La gran marmita creativa ...................................................................... 387 El diseño del falso 9 húngaro ................................................................ 388 Tóth-Potya, precursor del falso 9 y el 4-2-4 ...................................... 391 József Turay / 1927 .......................................................................... 393 Bukovi aprendió al lado de Tóth-Potya .............................................. 397 Zoltán Opata completa el corpus intelectual ..................................... 399 Una ideología poderosa, un imperio evaporado ............................... 403 El Scheiberlspiel brota en la Viena de los cafés .............. 407 El fútbol de los suburbios ....................................................................... 412 Josef Uridil, el tanque de Ottakring .................................................... 414 La cultura del café vienés ....................................................................... 417 El Ring-Café como aula magna ............................................................ 421 La mesa de debates del Ring .................................................................. 423 Kálmán Konrád, el mentor de Sindelar .............................................. 425 El Scheiberlspiel era bailar con el balón en los pies ......................... 428 La crisis de Núremberg: «¡Nunca más Sindelar y Gschweidl juntos!» ...................................................................... 430 Fritz Gschweidl / 1929 ................................................................. 434 Cómo Gschweidl se hizo falso 9 ........................................................... 437 El Schmieranskiteam, el equipo de los periodistas .......................... 440 Matthias Sindelar / 1931 ............................................................ 444 El Fred Astaire del fútbol ....................................................................... 453 Vemos lo que sabemos ............................................................................ 458 Nacimiento, apogeo y decadencia del Wunderteam ..... 466 El Schmieranski aplasta a los padres escoceses ................................. 469 En Berlín nace el Wunderteam ............................................................ 473 Alemania pide revancha y vuelve a ser goleada ............................... 477 Los rasgos del juego del Wunderteam ................................................ 479 El apogeo contra Hungría ...................................................................... 483 Pronto comenzó el desgaste .................................................................. 485 12


ma rtí per a r nau El retorno de Jimmy Hogan .................................................................. 488 Cuando los austriacos aprendan a marcar goles… ........................... 491 La lenta decadencia .................................................................................. 498 Los dieciséis partidos del Wunderteam ............................................. 500 La caída ante Checoslovaquia ............................................................... 502 Madden y Dick, los pilares escoceses del fútbol checoslovaco ...... 505 1933, el mejor año de Sindelar .............................................................. 509 El Frühlingteam, joven y breve ............................................................ 513 Crisis económica y política en Austria ............................................... 517 La preparación de la Copa del Mundo ................................................. 519 Sin Chapman ni Hogan, sin británicos ni uruguayos ..................... 524 La Copa del Mundo 1934 ............................................................... 527 Un camino lleno de decepciones ........................................................... 528 Las batallas de Italia ................................................................................ 531 Método contra pirámide, duelo sobre el barro .................................. 534 El proceso alemán .................................................................................... 542 La WM asimétrica de Otto Nerz ......................................................... 544 El mayor éxito de la WM ....................................................................... 546 La gran final ............................................................................................. 548 Un largo camino hasta el Breslau-Elf ................................................. 553 Herberger toma el mando ...................................................................... 555 Otto Siffling / 1937 ....................................................................... 558 WM con falso 9, eso fue el Breslau-Elf ............................................... 565 El último día de gloria de Siffling ........................................................ 569 El vals austriaco se apaga ....................................................................... 572 Otra Copa Mitropa para Sindelar ........................................................ 574 El canto del cisne vienés ......................................................................... 578 Con Meisl muere el gran dinamizador ............................................... 580 El partido de la anexión .......................................................................... 582 La Copa del Mundo 1938 ............................................................... 584 Hungría toma el relevo de Austria ...................................................... 586 Sárosi, el penúltimo príncipe húngaro ............................................... 588 György Sárosi / 1937 ...................................................................... 589 Károly Dietz, un policía al frente de la selección ............................. 598 Rappan presenta le verrou suizo ......................................................... 601 Defensa zonal y marcaje individual .................................................... 602 Con líbero y falso 9 ................................................................................. 603 Alfred Bickel / 1938 ...................................................................... 604 La caída de Alemania .............................................................................. 606 Eliminados en el desempate .................................................................. 607 El apogeo húngaro ................................................................................... 608 13


l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 El método mantiene la jerarquía .......................................................... 610 Italia se consagra con un gol delicioso ................................................ 613 Hungría reacciona interesándose por la WM ................................... 620 El legado de Pozzo .................................................................................... 622 El último minuto de Sindelar fue como portero ............................... 624 Fin de una década prodigiosa ................................................................ 625 La guerra .................................................................................................... 626 7. La máquina de Pedernera. 1926-1945 .................................. 627 La identidad del fútbol argentino ......................................................... 628 La pasión será su identidad .................................................................... 631 El entorno socioeconómico .................................................................... 634 Eclecticismo y mezcla de sangres ......................................................... 637 Gabino Sosa / 1926 ......................................................................... 642 Fútbol rosarino, fútbol porteño ............................................................ 647 Luis Ravaschino / 1926 ................................................................. 649 Delanteras míticas ................................................................................... 651 Bernabé Ferreyra / 1936 ............................................................... 653 La «variante Hirschl» de la WM ......................................................... 662 Boca se refuerza con Sarlanga .............................................................. 664 Jaime Sarlanga / 1937 .................................................................... 666 La máquina de River ........................................................................ 673 Cómo nació ................................................................................................ 678 Adolfo Pedernera / 1941 ............................................................ 682 Cómo jugaba aquella Máquina ............................................................. 695 3-2-5 adaptable a cada momento (3-2-1-4) ......................................... 698 Pedernera, alfa y omega ......................................................................... 703 Sus cifras ................................................................................................... 706 Hija de un proceso ................................................................................... 709 Su valor histórico ..................................................................................... 712 El estilo altera el espacio ........................................................................ 713 Balón, espacio, tiempo, engaño ............................................................ 715 De Piendibene a Pedernera. 1863-1945 ........................................ 717 Cronología. 1863-1945 .................................................................. 719 Bibliografía .................................................................................... 739 Agradecimientos ........................................................................... 747

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Prólogo

Este libro pretende explicar la evolución táctica del fútbol. Como

hilo conductor he recurrido a la función menos conocida de todas las que hay sobre el terreno de juego: el falso 9. El falso 9 es el engaño más sutil de cuantos se dan en el fútbol, el menos conocido y el más difícil de detectar. Él será el guía que nos conducirá a través del código genético de este deporte. Será quien nos permita bucear en las sucesivas etapas que se han producido. De su mano recorreremos una realidad del juego que, como el río de Heráclito, cambia de manera permanente. El fútbol ha evolucionado por la energía de tres vectores combinados: las ideas, los viajes y los desafíos. El fútbol son ideas. El desarrollo táctico ha destacado por su constante actualización, incluso en aquellos escenarios más proclives al conservadurismo. Las nuevas ideas han surgido por doquier a lo largo de más de ciento cincuenta años de juego reglamentado, regenerando el modo de practicarlo y entenderlo. La naturaleza viajera de los entrenadores (y de los jugadores) ha permitido la difusión de las ideas. Ellos son los grandes nómadas de este tiempo, las abejas que han «polinizado» el fútbol. Han estimulado los debates y han contribuido a la consolidación de nuevos conceptos. A su vez, la idiosincrasia local ha matizado todas las ideas y, a través de su carácter particular, ha creado en cada pueblo una manera propia de jugar. Como en toda actividad humana, el fútbol ha seguido siempre un camino dicotómico. A toda acción le ha correspondido una reacción. Las ideas, transportadas por los nómadas, han desafiado todos los statu quo, poniendo en cuestión lo establecido. El dualismo ha propiciado las transformaciones desde 1863 y ha enriquecido el juego con mil acentos distintos. El falso 9 nos sirve de argumento para recorrer el largo camino de la evolución. 15


1 El falso 9 contiene todo el fútbol La mente que se abre a una nueva idea jamás regresa a su tamaño original. Albert Einstein

El falso 9 es un delantero centro que retrasa su posición de manera sustancial para conseguir uno o varios de los siguientes objetivos:

• • • • • •

Evadirse de la vigilancia de los zagueros adversarios. Arrastrar fuera de su zona de influencia a dichos zagueros. Liberar espacios para la penetración de sus compañeros. Colaborar activamente en la organización del ataque. Provocar dudas y confusión en la zaga contraria. Generar una permanente superioridad numérica, posicional, cualitativa o dinámica a favor de su equipo en el centro del campo.

El falso 9 intenta combinar la consecución de estos objetivos con la misión prioritaria y fundamental de todo delantero centro: marcar goles. Quizá se mostrará manso y despistado, aparentando camuflarse de centrocampista vagabundo, y se alejará de la portería con maniobras sutiles de engaño, pero su mente se mantendrá siempre enfocada hacia la consecución del gol. El gol es, repitámoslo, su objetivo fundamental. Como nos dijo Pep Guardiola, «un falso 9 sin gol no es un verdadero falso 9».1 El falso 9 no se limita a ocupar un territorio predeterminado dentro del terreno de juego, sino que su responsabilidad abarca diferentes tareas, espacios y objetivos, algunos de los cuales pueden 1. Entrevista del autor a Pep Guardiola.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 parecer a simple vista discordantes entre sí, pues alejarse del área aparentemente es contradictorio con marcar goles. El falso 9 es un verdadero delantero centro, aunque no viva en el área y solo la pise para marcar gol. Por todo ello, el falso 9 debe definirse como una función y no como una posición. El falso 9 nació en 1910 gracias a una inspiración genial del uruguayo José Piendibene, fruto de su empatía con el mediocentro escocés John Harley, pero el hecho de que su participación en la selección celeste concluyera en 1922, justo antes de que Uruguay alcanzara a partir de 1924 los grandes éxitos universales, impidió que la formidable astucia de Piendibene como falso 9 tuviera proyección mundial, por lo que no resultó conocida más allá del Río de la Plata. Para la visión eurocéntrica del fútbol, Piendibene siempre fue un desconocido. A partir de 1925, la función del falso 9 adquirió una mayor dimensión al aparecer como movimiento de reacción a la implantación masiva del tercer zaguero (el conocido como «stopper» en la WM). Frente a dicho sistema de juego, la primera reacción del delantero centro consistió en evadirse del marcaje del tercer zaguero, para lo que de entrada decidió retrasar su posición, alejándose de la zona de influencia del stopper. Fue una decisión enmarcada en la selección natural de las especies, pues el atacante buscaba burlar de este modo el marcaje de un defensa férreo que le impedía demostrar su talento goleador. En dicho proceso, el delantero comprendió que no solo podía es­­ caparse del marcaje, sino que al mismo tiempo también podía lo­grar que los zagueros adversarios abandonaran el área, lo que como consecuencia permitía liberar espacios para la penetración de sus compañeros de ataque. En otros casos, los zagueros decidían no salir del área, pero se manifestaban confusos y dudaban sobre cómo actuar, por lo que el falso 9 advirtió que sus movimientos siempre acarreaban consecuencias en la defensa adversaria, fuese en términos espaciales o en términos intencionales. En un caso o en otro, el falso 9 siempre contribuía a generar superioridad en el centro del campo, lo que le permitía colaborar para que su equipo pudiera atacar de forma más directa por el lugar donde generalmente más daño se puede hacer: el centro de la defensa rival.

El falso es el verdadero 9 Los mejores delanteros de la historia han sido falsos 9, probablemente porque esta sea la manera más eficiente de ejercer como delantero 18


ma rtí per a r nau centro, en vez de la que se ha considerado como «clásica» a lo largo de los años y que ha adoptado varias definiciones estereotipadas: un «delantero de referencia», un «delantero de área», un «delantero que fije a los zagueros», un «delantero de toda la vida». Estos cuatro clichés dibujan el perfil de un atacante fuerte, alto y valiente que pelea con agresividad contra los aún más aguerridos defensas. Un delantero que vive en el interior del área adversaria esperando que le lleguen balones centrados por sus extremos para rematarlos, y que se mueve dentro de un radio muy limitado para obligar a los zagueros que le vigilan a quedarse fijos y estáticos. Es un tipo de jugador que ha existido y ha abundado en todas las épocas y que ha quedado establecido como el perfil canónico del delantero, a pesar de que siempre convivió con otro perfil diametralmente opuesto, el del falso 9. Casi desde los orígenes del fútbol reglamentado existieron estos dos perfiles opuestos y antagónicos de delantero centro. El delantero poderoso, alto, fuerte, rocoso. Y el delantero habilidoso, ágil, poseedor de una excelente técnica y una elevada comprensión del juego colectivo. De un lado, la fuerza; del otro, la astucia. Ambos estilos de delantero han coexistido en el fútbol, propiciados por el reglamento y las propias condiciones del juego. En sus inicios, el fútbol estuvo profundamente condicionado por la dureza y agresividad que ejercían los defensores, por lo que resultaba lógica la aparición, en contrapartida, de atacantes también altos, fuertes y poderosos, dado que debían soportar cargas violentas, que a su vez también ellos infligían a zagueros y porteros. Este tipo de delantero recibía el nombre de «ariete», término que por sí mismo define lo que se buscaba en él y nos remite, también, al juego primitivo. En la primera mitad del siglo xx, cuando el fútbol ya había adquirido carácter colectivo, tras una etapa inicial en la que el juego fue puramente individual, la forma más corriente de atacar consistía en una profundización del extremo por la banda para acabar centrando el balón al área, donde el delantero debía rematar, lo que contribuía a reforzar el concepto del delantero centro como hombre de remate. Pero al mismo tiempo surgieron atacantes de un perfil muy distinto, sutiles y hábiles, que probablemente hoy consideraríamos falsos 9. Los ingleses G. O. Smith y Harry Stapley cumplían dicho perfil: jugadores habilidosos, los más habilidosos y destacados de su equipo; de movilidad constante, ágiles y poseedores de una excelente comprensión táctica del juego, especializados en generar espacios para los compañeros y en organizar el ataque colectivo. El deber principal de un delantero centro, afirmaba el propio G. O. Smith, consistía en «ser 19


l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 capaz de pasar con precisión». No es extraño que en el nacimiento del falso 9 tuviera tanta influencia el gradual peso específico que fueron adquiriendo los mediocentros dentro del colectivo. Mediocentros como Ernest Needham o Sandy Steel sugirieron con sus inteligentes movimientos que el falso delantero era una opción táctica de indudable relieve, lo que acabó siendo desencadenado por el escocés John Harley cuando llegó a Uruguay y provocó una auténtica revolución, gracias a su estilo de pases cortos y a ras de césped. Ello propició a su vez que José Piendibene retrasara su posición para unirse al mediocentro, Harley. En ese momento nació el falso 9. La existencia de dos tipologías de delantero centro tan radicalmente opuestas entre sí es coherente con la evolución vivida en el fútbol. La fuerza y la astucia han sido dos vectores poderosos que han regido dos maneras distintas de concebir el juego, por lo que es lógico que representen también dos perfiles tan diferentes de delantero centro. El «clásico», el que se ha considerado como ortodoxo, encarnado por el delantero fuerte y poderoso, se definía también por ser el atacante más adelantado de su equipo, de ahí que se le haya considerado siempre como «delantero referencia». El «alternativo», el delantero mentiroso, se distinguía no solo por sus habilidades y astucia, sino también por ser el atacante más retrasado de su equipo, de ahí que se le etiquetara de falso 9. Una gran parte de los mejores delanteros de la historia han sido falsos 9. Y aún más que eso: los falsos 9 han sido grandes futbolistas. De Piendibene a Messi, de Sindelar a Cruyff, de Pedernera a Mara­ dona, de Sárosi a Di Stéfano, de Hidegkuti a Gerd Müller, la lista de falsos 9 de la historia coincide en buena medida con la de los mejores futbolistas de siempre. Delanteros alejados del área, organizadores del ataque, habilidosos, técnicos, inteligentes en lo táctico, con visión panorámica, que vagabundeaban por el campo siempre lejos de los zagueros, provocando confusión y marasmo en los rivales antes de proceder a sentenciarlos. Los falsos 9 han sido los mejores delanteros centro de la historia, por lo que en justicia sería a ellos a quienes deberíamos considerar como los auténticos delanteros centro. La mayoría de ellos no jugó siempre como falso 9, sino solo en ocasiones. Messi comenzó como extremo derecho, se convirtió en falso 9 y después evolucionó a su gusto, partiendo desde la posición que él consideraba más adecuada para obtener el mejor rendimiento. Maradona lo fue en el Mundial de 1986, pero ya no en el de 1990. Cruyff lo era muy a menudo en el Barça y con la selección neerlandesa, pero muy pocas veces lo fue con el Ajax. Kopa lo fue en 20


ma rtí per a r nau Stade de Reims, pero no en el Real Madrid, porque ahí lo era Di Stéfano, quien a su vez no lo fue en River Plate, ni mucho menos en Millonarios de Bogotá, pues en esos dos equipos la función del delantero mentiroso la ejerció Pedernera. Pelé lo fue con el Brasil de 1958, pero no con el de 1970. Bobby Charlton lo fue en el Mundial de 1966, pero no antes ni después. Don Revie lo fue una temporada (1954-1955), imitando a los húngaros, pero los ingleses se olvidaron pronto de ello. Sócrates jugó como falso 9 entre 1979 y 1981, pero ya no lo hizo en el célebre Mundial de 1982. Laudrup lo fue en el Barça, pero no en el Real Madrid.

Una función compleja Más de medio centenar de grandes futbolistas han ejercido la función de falso 9 desde que el uruguayo José Piendibene lo inventara en 1910, y todos ellos han influido desde esa función en el desarrollo táctico del fútbol. Desde aquella fecha hasta hoy no ha sido extraño que el delantero centro bajara hasta el centro del campo en busca de la superioridad numérica en esa zona, superioridad a partir de la cual organizar una forma más eficaz de atacar. Johan Cruyff lo expresaba así: «Si tu delantero baja y uno de los defensas le sigue, en el centro queda un hueco bastante grande si tus extremos se mantienen en la banda. Entonces, con un buen pase desde atrás al extremo ya tienes un uno contra uno en la banda. Haces peligro. Y si el defensa no sigue a tu delantero cuando este baja, entonces tienes un pase fácil para este delantero, que está libre».2 Louis van Gaal empleaba una expresión muy concreta cuando se dirigía a sus jugadores para hablarles del falso 9: «Hay que salir de situación para aparecer en el momento oportuno».3 Van Gaal entendía por «situación» el eje existente entre los dos zagueros centrales. El falso 9 debe salir de dicho eje, de dicha situación, durante un tiempo para, a renglón seguido, cuando los adversarios y compañeros se han movido fruto del juego, aparecer en los espacios que han quedado libres. Cuando hablamos de ello, Pep Guardiola usó otros términos para definir la función del falso 9: «El punto clave es dejar a los zagueros sin carne que morder. Normalmente, los defensores son tipos altos y 2. Entrevista de Xavi Torres a Johan Cruyff. Programa Gol a gol, de Televisió de Catalunya, 19 de febrero de 2008. 3. Cita de Francisco Seirul·lo.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 fuertes, y lo que pretendemos con el falso 9 es que no tengan nada que morder. Si quieren comer carne [del delantero centro] tienen que salir de su zona quince metros, con el agravante de que no van a zonas frontales, sino a zonas intermedias, y, además, van en busca del jugador de mayor calidad y desequilibrio del equipo rival. Nosotros quitamos de arriba al delantero para sacar al defensa de su posición y aprovecharnos a continuación del espacio que se genera».4 Todo lo anterior permite afirmar que la del falso 9 es una función compleja dentro del fútbol, que exige que el protagonista posea elevadas condiciones técnicas y de comprensión general del juego, lo que de por sí reserva esta función a futbolistas «especiales». Como he indicado, todos los jugadores que a lo largo de la historia han ejercido como falsos 9 han sido soberbios, y a menudo incluso extraordinarios, valorados entre los mejores de cada época. Por lo general, han sido jugadores de calidad tan superior que no solo han actuado como falsos 9, sino que han determinado radicalmente el modo de jugar de sus equipos, provocando que debieran hacerlo con jugadores abiertos a las bandas. Esto ocurría porque dichos jugadores se veían obligados a «abrirse» hacia fuera para dejar paso por dentro a los «grandes».5 En otras palabras, no encontraremos en esta historia del falso 9 a ningún futbolista torpe, de técnica rudimentaria o carente de gran visión estratégica y táctica, sino todo lo contrario: hay que ser muy bueno para asumir la función del falso 9, dado «que influye en todas las direcciones y en todos los espacios del juego cercanos al área adversaria».6 De ello se desprende un último rasgo característico y común a todo falso 9. Es el delantero que, en un momento dado de gran emergencia para su equipo, también podría ubicarse de inmediato como organizador del juego, ocupando el rol del mediocentro si hiciera falta. Así es y así ha ocurrido a lo largo de la historia. Todo aquel que haya tenido la fortuna de presenciar en directo el juego de Cruyff, Di Stéfano, Bobby Charlton o Gerd Müller, o con anterioridad pudo ver a Sárosi, Pedernera, Hidegkuti o Don Revie, certificará que to­­dos ellos fueron grandes delanteros, espléndidos goleadores y formidables falsos 9, pero igualmente aceptará certificar que todos ellos po­drían haber jugado como mediocentro si su equipo lo hubiera requerido. Y, de hecho, varios de ellos lo hicieron a menudo. 4. Entrevista del autor a Pep Guardiola. 5. Entrevista del autor a Juan Manuel Lillo. 6. Entrevista del autor a Francisco Seirul·lo.

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¿Por qué no te quedas quieto? José Piendibene fue el primer falso 9 de la historia, pero nunca habló de ello, ni describió las razones por las que, como delantero centro de Peñarol y la selección uruguaya, decidió retrasar su posición, creando el ataque en abanico o en V. En cambio, sí lo hizo el inglés Norman Bullock, un modesto delantero del Bury FC, que se convirtió en 1925 en el segundo futbolista en jugar como falso 9. Es interesante recordar cómo se definía Bullock a sí mismo: «Yo no fui un delantero centro al modo clásico. Fui un trabajador infatigable al que siempre movía un impulso casi incontrolable por tener la posesión del balón... La mayoría de los delanteros centro del momento temía la pelea contra Frank Barson, defensa central del Aston Villa y el Manchester United... En el transcurso de un partido, Barson gruñó en mi oído: “¿Por qué no te quedas quieto? Me estás arrastrando fuera de posición todo el tiempo”».7 Ochenta y cuatro años más tarde, Leo Messi llevó la figura del falso 9 a su apogeo. En una memorable actuación, el F. C. Barcelona venció por 2-6 al Real Madrid en mayo de 2009 y Messi quebró todos los planteamientos defensivos del equipo madridista, hasta el punto de que uno de los dos zagueros centrales del Madrid en aquel partido, el alemán Christoph Metzelder, acabó reconociendo: «Fabio [Cannavaro] y yo nos dijimos: “¿Qué hacemos? ¿Le seguimos al mediocampo o nos quedamos atrás?”. No supimos qué camino tomar y fue imposible pillarlo».8 Es decir, básicamente les ocurrió lo mismo que a Frank Barson ante Norman Bullock en 1925 (comentarios similares se han repetido a lo largo de la historia del falso 9). También resulta sintomático ver cómo Messi se define a sí mismo: «Siempre dije que no me consideraba un delantero…». ¡Lo dice un goleador insaciable, con más de setecientos goles en su haber! Un jugador capaz de marcar noventa y un goles en un año (2012), pero que se califica a sí mismo como «no delantero».9 Detrás de las definiciones de Bullock y Messi anida toda la realidad del falso 9. El trabajador infatigable que desea tener el balón en su 7. Charles Buchan’s football monthly. Frank Barson está considerado uno de los defensores más duros de siempre, a causa de su agresividad rayana en las acciones violentas. El partido que menciona Norman Bullock fue el Manchester UnitedBury, de la temporada 1925-1926, disputado el 3 de abril de 1926 (jornada 34), que concluyó con victoria del Bury en Old Trafford, por 0-1 (gol de David Robbie). 8. Perarnau, Herr Pep, 49. 9. Leo Messi, durante la entrega de la Bota de Oro 2017.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 poder, el atacante astuto que arrastra a su marcador fuera de las posiciones estereotipadas, el goleador implacable que no se siente delantero, ni está en el área, y que aparece en ella únicamente para inyectar su veneno mortal… Piendibene y Messi, en el siglo transcurrido entre 1910 y 2009, interiorizaron el concepto del falso 9, al igual que han hecho otros tantos formidables jugadores durante esos cien años de existencia de la función. Piendibene abrió con su intuición un camino inédito y novedoso al que Bullock aportó —con sus palabras— la simiente de un corpus de trascendencia fundamental para la evolución del fútbol, y Messi le añadió amplitud, profundidad y eficiencia hasta convertirse en el paradigma absoluto del falso 9: un jugador que no se considera delantero y, sin embargo, es el máximo depredador del área.

Una función sin nombre Es muy significativo observar la evolución etimológica del falso 9. Si bien el primer protagonista de esta historia (Piendibene) se dio en 1910, no fue hasta veintisiete años más tarde cuando se produjo la primera, aunque muy leve, referencia a dicha función. El jugador, entrenador y escritor F. N. S. Creek empleó en 1937 el término «defensive centre forward» (delantero centro defensivo), pero no para referirse de forma específica a las tareas que realizaban Piendibene, Bullock o sus continuadores, sino solo porque «acabo de enterarme de un club que se está preparando para jugar el “juego del delantero centro defensivo”, eso es cuatro delanteros, tres medios y tres defensas».10 Si bien en su libro no aparenta conocer en detalle dicho plan, Creek relata que había sido desarrollado «para atraer al tercer zaguero fuera de posición», apreciación totalmente acertada, pues este fue uno de los motivos esenciales por los que surgió el falso 9. Hasta quince años más tarde (1952) no se produjo la siguiente mención pública al falso 9, pero tampoco en esta ocasión se le atribuyó nombre concreto alguno. Ivan Sharpe, periodista y exjugador de prestigio (once veces internacional con Inglaterra), entrevistó a Walter Nausch, mediocentro del legendario Wunderteam, quien le explicó los movimientos que realizaba Matthias Sindelar como falso 9 en la selección austriaca de los años treinta. «Si el mediocentro sube y ataca junto a nuestros delanteros del costado derecho [se refiere a la pareja interior-extremo], entonces alguno de esos hombres del flanco derecho cubre ese espacio. Si el mediocentro sube por 10. Creek, Association Football, 53.

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ma rtí per a r nau la zona central del campo, entonces el delantero centro retrocede». Certificamos con las palabras de Sharpe y Nausch que, si bien existía una conciencia funcional del falso 9, en cambio no existía la menor conciencia etimológica de la función desarrollada. Como delantero centro, Sindelar se movía libremente hacia atrás, «abriendo paso» al mediocentro Nausch para que se sumara al ataque, pero ninguno de los protagonistas —ni siquiera los extraordinarios entrenadores de aquel equipo, Hugo Meisl y Jimmy Hogan— llegaron a bautizar de ningún modo específico dicha función.11 Nadie acertó a ponerle nombre, ni siquiera provisional, entre 1910 y 1953. ¿Por qué razón? Porque ni observadores ni periodistas fueron capaces de decodificar este fenómeno durante más de cuatro décadas. La del falso 9 era una función conocida —o quizá debería decir, «sentida»— únicamente por aquellos que la protagonizaban o la padecían, y por los entrenadores que la implementaron o aceptaron su empleo, pero nadie más entendía ese fenómeno que ocurría sobre el terreno: ni observadores, ni periodistas, ni aficionados. En este punto se hace inevitable recordar las palabras escritas por Gabriel García Márquez en el arranque de Cien años de soledad: «El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».12 En el caso del falso 9, cuarenta años después de que Piendibene lo inventara, el mundo del fútbol apenas empezó a señalar con el dedo al húngaro Hidegkuti, en 1953… Es evidente que la del falso 9 no es una función obvia, ni fácil de observar, como puede ser la del portero que bloca el balón o la del zaguero que lo aleja de un puntapié. En esta sutilidad reside, precisamente, gran parte del encanto y el misterio que lo envuelve. Y dicha sutilidad es también lo que dificultó desde sus orígenes la observación y apreciación de lo que es el falso 9. Al fin y al cabo, se trata de un jugador «invisible». Al no ser una función obvia y sencilla, ni predeterminada y conocida de antemano, la inmensa mayoría de los observadores del juego fueron incapaces de ver que se hallaban frente a un falso 9. Si no conocían la existencia de dicha función, ¿cómo iban a observarla? Hubiera hecho falta una mentalidad propia del astrónomo que escruta el cielo en busca de un nuevo planeta por descubrir. Pero al 11. Sharpe, 40 years in football, 128. 12. García Márquez, Cien años de soledad, 9.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 fútbol no acostumbran a acudir astrónomos con alma de descubridor, sino aficionados con ilusión de victoria o periodistas con obligaciones distintas, por lo que las sucesivas apariciones de delanteros itinerantes y «raros» casi no fueron observadas, ni mucho menos analizadas y comprendidas. Decía Wittgenstein que «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», pero en este caso se dio un fenómeno previo: los límites del mundo del fútbol fueron los límites de la observación. La limitación en el lenguaje no era más que una consecuencia de dichos límites en la observación. Las características de «invisibilidad» y complejidad de la función del falso 9 la hicieron difícilmente perceptible por las grandes masas de espectadores. El falso 9 podía estar sobre el terreno de juego e influir de manera poderosa y, sin embargo, no ser percibido en ocasiones ni siquiera por los jugadores rivales. En estos casos, si usted no lo ve ni lo percibe, si no lo entiende y no sabe siquiera que existe, ¿cómo va a ponerle un nombre? Al fin y al cabo, el nombre hace la función, por lo que si se desconoce la existencia de la función resulta imposible ponerle un nombre. He aquí la causa por la que aún hoy el falso 9 continúa rodeado de un halo de misterio y desconocimiento, incluso por parte de los protagonistas del juego. A menudo, continúa siendo un delantero invisible ciento diez años después de que Piendibene lo inventara. Por esta razón, F. N. S. Creek afirma de manera muy tangencial en 1937 que ha oído hablar de un concepto «defensivo» del delantero centro, a pesar de que en esa fecha ya habían surgido cinco potentes focos que contenían el falso 9 en su juego: Uruguay, Inglaterra, Argentina, Austria y Hungría. Por idéntico motivo, alguien tan agudo como Ivan Sharpe no es capaz en 1952 de intelectualizar el concepto, darle cuerpo y forma, ponerle nombre y explicarlo, pese a que por entonces Pedernera en Argentina, Beskov y Kartsev en la Unión Soviética o los hermanos Nordahl en Suecia habían dado pasos firmes en la consolidación del falso 9; por cierto, varios de ellos en demostraciones celebradas en la propia Inglaterra. No fue hasta la catástrofe de 1953 frente a Hungría cuando los ingleses, los inventores del fútbol —en propiedad, deberíamos decir «los reglamentadores»—, tomaron conciencia de que existía una función sorprendente que, entonces sí, bautizaron como «deep-lying centre forward» (aunque muy pronto se olvidarían también de su existencia). El primer nombre específico que recibió el falso 9 se debió a ese gran impacto sufrido por el fútbol británico. Cuando el 25 de 26


ma rtí per a r nau noviembre de 1953, Hungría aplastó a Inglaterra en el Empire Stadium, por 3-6, comenzó a usarse el término «deep-lying centre forward» (delantero centro mentiroso-profundo) para definir el juego de Nándor Hidegkuti. Hacía cuarenta y tres años que existía dicha función, y en la cronología histórica del falso 9, Hidegkuti solo ocupa la trigésima tercera posición, pero hasta entonces nadie había bautizado la función. Ni siquiera lo habían hecho los ingleses, pese a que el segundo futbolista en jugar como falso 9 fue inglés (Bullock), así como otros varios que interpretaron tal misión en años sucesivos (Fred Tilson, Ernie Matthews, Eric Brook o Bobby Gurney). Solo el impresionante impacto que provocó el triunfo húngaro en Inglaterra, y el gran papel que aquella tarde de 1953 tuvo Hidegkuti en la victoria, logrando no solo un hat-trick, sino regalando una portentosa exhibición de juego, hicieron que se empezara a hablar públicamente del delantero centro mentiroso-profundo. En años sucesivos se emplearon otros términos para calificar al falso 9: delantero centro errante, delantero proveedor, delantero centro itinerante, G-men, delantero retrasado, delantero defensivo, delantero centro táctico, delantero señuelo… Bernard Joy, exjugador del Arsenal y periodista, acuñó en 1956 el concepto «delantero centro errante» al rememorar lo ocurrido en otoño de 1953, cuando Inglaterra empató primero contra la selección del resto del mundo (4-4), en la que Gunnar Nordahl jugó como falso 9, y perdió a continuación ante Hungría: «Ni Derek Ufton en el primer partido, ni Harry Johnston en el segundo, supieron cómo lidiar con el problema presentado por el delantero centro errante y no estuvieron ni pegado a él, ni se quedaron “en casa”, protegiendo el área. Cada uno de ellos fue atrapado en tierra de nadie, y los otros defensores inevitablemente fueron arrastrados a posiciones falsas. Yo no sé si se planteó que Ufton y Johnston deberían seguir a sus oponentes o no, ni si se dieron nuevas instrucciones en el descanso, pero de hecho ambos pasaron los noventa minutos sin poder agarrar al enemigo».13 En otro pasaje de su libro Soccer tactics, Joy emplea un calificativo diferente para describir a Hidegkuti. «Los húngaros tenían una doble punta de lanza, los delanteros interiores Ferenc Puskás y Sándor Kocsis, y el delantero centro Nándor Hidegkuti estaba detrás de ellos como un mediocampista “proveedor”. Esta formación revol13. Joy, Soccer tactics, 16.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 tosa es realmente la respuesta lógica a la táctica del tercer zaguero [WM]». El autor usa el término «proveedor» (forager), que equivale a alguien que deambula en busca de provisiones o que suministra provisiones. Es decir, Hidegkuti era el suministrador de provisiones (balones) de Puskás y Kocsis.14 Geoffrey Green, de The Times, precisó más el concepto de «proveedor» cuando resumió la prodigiosa década de los años cincuenta en su libro Soccer in the Fifties. Green calificó a Hidegkuti como «delantero retrasado» (withdrawn centre forward), en el sentido de que se había retirado de la posición tradicional de la punta del ataque «pisando los talones de los otros cuatro delanteros», lo que propició que hubiera «un camino por el centro de la defensa inglesa tan ancho como una avenida y Hungría paseara por él triunfalmente. La belleza de esto era que Hidegkuti, un espléndido jugador de refinado sentido posicional, no solo era el proveedor desde el centro del campo junto a Bozsik, sino también el verdugo. Encontró tiempo para marcar tres goles en Wembley y otro en Budapest». Green supo comprender que el falso 9 ha de ser, a la vez, proveedor y ejecutor.15 Resulta especialmente clarificadora la descripción que Willy Meisl hace del juego desarrollado por Gunnar Nordahl en el antes mencionado partido entre Inglaterra y el Resto del Mundo, de octubre de 1953. Meisl no solo fue un reputado observador y periodista de prestigio, sino que al ser hermano de uno de los grandes entrenadores de la historia, Hugo Meisl (autor intelectual del Wunderteam austriaco), gozaba de un conocimiento privilegiado del juego. Sobre aquel partido, Willy Meisl escribió: Según los críticos ingleses, el delantero centro del equipo FIFA, Gunnar Nordahl, no brilló. ¿Era un jugador acabado? ¿Cómo podía estar acabado si Gunnar había sido de nuevo el máximo goleador de la temporada en Italia? Una mirada al terreno de juego podría haberle aclarado a todos los expertos que Nordahl tenía órdenes de jugar «detrás de la línea». Mientras que sus colegas del centro del ataque, Vukas y Kubala, centelleaban en las posiciones interiores —en sus equipos, los tres juegan como delanteros centro e incluso muy a menudo lo hace también el extremo derecho del equipo FIFA, Boniperti—, realmente Gunnar no parecía nada 14. Ibid., 37. 15. Green, Soccer in the fifties, 22-23.

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ma rtí per a r nau impresionante. Los señuelos rara vez lo son. La tarea de Gunnar era esperar y aprovechar los espacios vacíos, en resumen, desactivar al stopper inglés. En aquella época, los stoppers ingleses no estaban acostumbrados a estas tácticas, a pesar de que ya eran antiguas. Abandonado por su «presa», el stopper se sentía como un pez fuera del agua, o más exactamente como un tapón dejado al lado de la botella. Se podía ver que se sentía muy avergonzado, por no decir perdido. ¿Seguir a Nordahl o dejarlo vagar? Obviamente, esa era la cuestión, pero ¿cuál era la respuesta correcta? Aquel stopper llevó una vida sin sentido durante noventa minutos, simplemente porque un delantero centro extranjero fantasioso se negó a jugar de acuerdo con el modelo británico. 16

Es difícil describir con más acierto y precisión los efectos que Nordahl provocó en el stopper inglés (Derek Ufton) —y que tanto recuerdan a los relatados por Frank Barson en 1925 y por Christoph Metzelder en 2009—. El concepto «señuelo» es tan certero como afortunado en su descripción. El filósofo Conrad Lodziak reafirmó este tipo de desconcierto en 1966, en las páginas de su Understanding soccer tactics, otro libro clarividente. «Los equipos que se enfrentaban con la delantera húngara [de los Mágicos Magiares, en los años cincuenta] se sumían en un estado de indecisión y desconcierto. El defensa central contrario no sabía nunca si seguir al delantero centro retrasado, alejándose peligrosamente de su puesto habitual, o permanecer en el centro, pendiente de la amenaza de dos interiores de punta».17 Charles Buchan, pieza esencial en el Arsenal de Herbert Chapman, usó en 1955 el concepto «roaming centre-forward» (delantero centro itinerante) cuando en sus memorias quiso definir al austriaco Matthias Sindelar: «(Austria) tenía en el ataque a Sindelar, el primero de los delanteros centro itinerantes. Sindelar con frecuencia “vendía el maniquí” [engañar a un oponente fingiendo un pase] a nuestros defensores y a menudo les hacía preguntarse qué debían hacer».18 16. Meisl, Soccer revolution, 32. 17. Lodziak, Understanding soccer tactics, 64-65. 18. Buchan, A lifetime in football, 129.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 ϒ El entrenador inglés George Raynor, que en los años treinta actuó como extremo en el Bury FC cuando Norman Bullock pasó a ser su entrenador, empleó el falso 9 en la selección sueca con la que se proclamó campeón olímpico en 1948. Raynor se refería al falso 9 con el curioso sobrenombre de «G-men», que era el apodo que recibían los agentes del FBI de la época, a raíz de una célebre película del mismo título protagonizada por James Cagney en 1935. Los términos más habitualmente usados durante la segunda parte del siglo xx fueron «delantero impostor», «delantero postizo» o «delantero mentiroso», si bien se emplearon en contadas ocasiones. Ni siquiera el hecho de que algunos de los más grandes futbolistas de la historia, como Di Stéfano, Pelé, Eusébio, Bobby Charlton, Gerd Müller, Johan Cruyff o Maradona, jugasen como falso 9 en algunos periodos de sus brillantes carreras sirvió para consensuar un nombre estable, adecuado y común a la función. Esto nos indica con rotundidad que los procesos de observación y análisis del juego y su desarrollo etimológico fueron incluso más pobres y «ciegos» en la segunda mitad del siglo xx que en su primera mitad. Fue la exhibición de Leo Messi en 2009 lo que popularizó el término falso 9, aunque curiosamente su entrenador, Pep Guardiola, tampoco acostumbraba hasta entonces a usar ese nombre. Pep empleaba otro término diferente para definirle. «Leo es un nueve raro», decía Guardiola cuando se refería a Messi. A partir del 2 de mayo de 2009, también él pasó a denominarlo falso 9, aunque coloquialmente aún sigue prefiriendo usar el término «punta falso». Resumiendo la etimología empleada desde 1910, comprobamos que la mayoría de los términos usados hacen referencia a la posición del jugador (profundo, retrasado), al engaño de su misión (mentiroso, señuelo) o al movimiento que realiza (errante, itinerante). Un verbo no empleado, pero muy certero, sería «vagabundear». Quizá sea uno de los que mejor defina este rol del falso 9: es alguien que «aparenta» no estar haciendo nada concreto en el terreno de juego, pero que como el león en la maleza sencillamente está esperando su momento. 30


ma rtí per a r nau Engaña, merodea, espera… Vagabundea. El falso 9 es también un «delantero vagabundo». Y, desde luego, es un jugador «invisible».

¿Cómo nació, dónde y por qué? El proceso de creación del falso 9 es una de las grandes maravillas que encierra la historia de la evolución táctica del fútbol. Antes de que el falso 9 naciese propiamente como tal, se desarrolló un concepto precursor: el del «mediocentro de ataque» que coordinaba a sus atacantes. Este concepto precursor se agudizó entre 1897 y 1910, en un contexto de juego muy concreto, pues todos los equipos se distribuían sobre el terreno en forma de pirámide (2-3-5) y el mediocentro era el auténtico puntal en la organización del ataque. De hecho, cuando se refiere a la formación de la «pirámide», Conrad Lodziak la denomina «formación de mediocentro de ataque», lo que es muy acertado y preciso.19 En aquellos equipos que habían elegido el juego escocés de pases como modelo, en vez del juego directo inglés, se acrecentó la importancia del mediocentro como galvanizador de las acciones de ataque. El juego escocés («combination game» o «passing game») propiciaba el avance gradual de los atacantes a través de triangulaciones en las bandas (extremo-interior-lateral), lo que a su vez generaba un juego de ataque con empleo de muchos pases cortos. En dichos equipos, el mediocentro era la pieza angular sobre la que pivotaban los avances, convirtiéndose además en un sexto atacante. El «mediocentro de ataque» resultaría capital en la evolución del juego ofensivo y sería una pieza admirada, y en algunos países incluso intocable, debido a su importancia. No obstante, la presencia formal de un delantero centro impedía que el mediocentro fuese equiparable a un falso 9, aunque sus movimientos auguraban lo que iba a suceder a partir de 1910. El falso 9 nació en Uruguay gracias a un mediocentro escocés, John Harley, que importó el juego de pases cortos al Río de la Plata, provocando su apasionada adopción en Uruguay. El juego de Harley, que militaba en el club Ferro Carril Oeste de Buenos Aires, fascinó tanto al delantero uruguayo José Piendibene que pidió encarecida19. Lodziak, Understanding soccer tactics, 29.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 mente a su club, Peñarol de Montevideo, que contratara al escocés. Así ocurrió en 1909, y John Harley emigró a Uruguay, donde creó una nueva escuela de juego que sería la base de los contundentes y repetidos éxitos conseguidos por la selección celeste en la década de los años veinte. La asociación con Harley indujo a Piendibene a retrasar mucho su posición para aproximarse al mediocentro y comenzar el juego de ataque junto a Harley. Así surgió el ataque en abanico o en V, que era la forma que tomaban los cinco atacantes: dos extremos en punta, dos interiores más retrasados y el delantero centro como vértice inferior del que nacía dicho abanico. Y de este modo apareció el falso 9, en un pequeño rincón del Cono Sur, fruto de la intuición genial de Piendibene y la pasión por el juego de pases cortos que Harley traía en su maleta de ingeniero ferroviario. Piendibene fue el pionero de esta función, pero se trató de un caso aislado, de una intuición genial por parte de un delantero de características muy peculiares, y no tuvo continuadores inmediatos que prosiguieran su labor. El segundo paso de esta historia no se daría hasta 1925, cuando un decisivo cambio reglamentario provocó un gigantesco impacto conceptual. La modificación de la regla del fuera de juego, por parte de la International Board, generó la mayor revolución que ha existido en este deporte y, de hecho, significó el nacimiento de lo que podemos definir como fútbol contemporáneo. El cambio de regla provocó que dejara de tener valor la estratagema empleada hasta entonces por los dos zagueros que alineaba cada equipo, el «bogey offside». Uno de ellos se colocaba muy por delante del otro y con ello generaba que el delantero centro quedase, de manera automática, en fuera de juego (la regla primitiva exigía que hubiese al menos tres rivales por detrás de él). Este ardid era muy eficaz y se llegaron a contabilizar más de cuarenta fueras de juego por partido, en algunos equipos con especial habilidad para engañar a rivales incautos. Al modificarse la norma, reduciendo a dos el número de adversarios que debían estar por detrás de cualquier atacante, la estratagema dejó de ser eficaz, y ello supuso una primera gran reacción: los equipos retrasaron a su mediocentro y lo convirtieron, de hecho, en el tercer zaguero con la misión de marcar al delantero centro rival. El «mediocentro de ataque» desapareció para transformarse en «defensa central», «stopper» o «policía». ϒ 32


ma rtí per a r nau Este movimiento, impulsado no solo por el Arsenal de Herbert Chapman, pero sí especialmente por él, fue conocido por dicho motivo como la táctica del tercer zaguero («Third–Back Game») y, más popularmente, como el Sistema o la WM británica. No obstante, el movimiento táctico era mucho más complejo y no se limitaba solo a retrasar al mediocentro, sino que modificaba todo el concepto del sistema defensivo —que pasó de defensa zonal a marcaje al hombre, como veremos en capítulos posteriores— y retrasaba también a los dos atacantes interiores, hasta formar un cuadrado en el centro del campo (3-2-2-3). Entre muchas otras consecuencias que generó, la WM intensificó el perfil agresivo y fuerte del delantero centro. En 1955, Brian Glanville, uno de los periodistas más atinados del pasado siglo, describió con precisión: «La variedad habitual del delantero centro inglés era ahora un toro sin cerebro cuyo principal activo era su fuerza física y coraje; caracterizado en el terreno de juego por una falta de imaginación que le permitía despreciar la posibilidad de lesionarse e ignorar la del fútbol constructivo».20 Lodziak incide en la misma dirección. «En la práctica, la WM raramente hizo honor a sus expectativas. Lo habitual es que el defensa central anule al delantero centro. Los delanteros centro hallan difícil burlar a un defensa central recio y bronco valiéndose de un fútbol hábil, con el resultado de que ha hecho su aparición un tipo de delantero centro tosco y potente cuyo vigoroso estilo de juego se ha contagiado a todo el equipo».21 La WM y su generación de «delanteros toro» propició que como réplica casi inmediata surgiera el falso 9, ya no como en el caso de Piendibene, a causa de una intuición genial, sino como antídoto táctico fruto de la reflexión. Puesto que el delantero centro pasó a ser vigilado estrechamente por el tercer zaguero, la respuesta de algunos delanteros consistió en abandonar la zona donde los vigilaban, para convertirse en hombres libres en otras zonas menos vigiladas. Con ello lograban dos efectos: conseguían superioridad en el centro del campo y provocaban desconcierto en la defensa rival. El delantero centro solo tenía dos elecciones frente a la WM: o se convertía en un «toro sin cerebro», como eligió la mayoría, o se transformaba en un ser escurridizo, como decidieron unos pocos. 20. Glanville, Soccer Nemesis, 63. 21. Lodziak, Understanding soccer tactics, 37.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 Jimmy Seed, magnífico interior del Tottenham Hotspur, lo intuyó apenas se puso en marcha la nueva regla del fuera de juego, el 29 de agosto de 1925, fecha en la que se disputó la primera jornada de la Football League First Division. El Tottenham visitó el estadio de High­ bury y consiguió vencer por 0-1 al Arsenal de Chapman.22 En sus memorias publicadas veinte años más tarde, Seed relata su experiencia: Poco después de que comenzara el partido, rápidamente me di cuenta de que retrasar al mediocentro a un rol puramente defensivo dejaba un gran espacio abierto en el centro del campo. Vi la necesidad de que algún miembro de nuestro equipo llenara esa brecha o, al menos, que la cubriera, así que me puse detrás del resto de los delanteros para recoger los balones sueltos que pudieran quedar libres en los espacios abiertos. A pesar de que no lo aprecié en aquel momento, accidentalmente encontré el antídoto efectivo contra la regla revisada del fuera de juego: el delantero errante jugando detrás de los otros atacantes como una especie de mediocentro-casi-delantero. No deseo recibir ningún crédito por el movimiento que hice, porque antes de pisar el campo de Highbury aquella tarde nunca me había planteado adoptar esa medida. Fue algo bastante automático y surgió de forma espontánea.23

Jimmy Seed nunca llegó a jugar como falso 9, pero sí tuvo la intuición de que la nueva estructura táctica que iba a adoptar el fútbol de forma mayoritaria —la WM británica— generaba un gran espacio libre en el centro del campo, que podía ser contrarrestado eficazmente si se aprovechaba de manera conveniente. Otro mérito indiscutible de Seed fue realizar y describir en 1947 —es decir, seis años antes de que tuviera lugar el «impacto Hidegkuti» que tantos ojos abrió— la anterior reflexión, que prácticamente supone el embrión a partir del cual podemos elaborar el cuerpo ideológico del falso 9. En paralelo, durante el mes de octubre de 1925, Norman Bullock adquirió conciencia plena de todo lo que había desencadenado la nueva regla del fuera de juego. Como delantero centro del Bury FC, Bullock se hallaba en inmejorable posición para advertir la magnitud de las consecuencias del cambio. En aquel octubre de 1925, el Bury se hallaba en una profunda crisis de resultados que le llevó a ocupar puestos de descenso en la liga inglesa (la 21.ª posición de 22 22. El gol del triunfo de los Spurs fue obra de Jimmy Dimmock, extremo izquierdo escocés, que disputó cuatrocientos partidos y marcó cien goles con el Tottenham entre 1919 y 1930. 23. Seed, Soccer from the inside, 14.

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ma rtí per a r nau equipos). El momento más agudo de la crisis ocurrió entre el 9 y el 21 de noviembre, cuando encadenó tres derrotas consecutivas; fue especialmente cruel el enfrentamiento del 14 de noviembre, en Highbury, ante un Arsenal que estaba comenzando a aplicar con acierto la WM de Herbert Chapman y alcanzó el liderato provisional pocos días más tarde. Tras perder dicho partido por 6-1, el Bury también modificó su módulo de juego y adoptó la figura del tercer zaguero como ya estaban haciendo bastantes equipos, pero añadió una idea que surgió en la mente de Bullock: el falso 9. Norman Bullock era un jugador muy reflexivo, a quien Charles Buchan definiría como un «thinking footballer» (un «futbolista con ideas»). Lo describiría como «un tipo de líder estudioso que no pretendía superar a los defensas a base de golpes, sino de juego posicional».24 Bullock propuso a su entrenador, James Hunter Thompson, no solo que el mediocentro Tom Bradshaw se retrasara, con el objetivo de fortalecer la organización defensiva, lo que acabaría convirtiendo al escocés Bradshaw en uno de los mejores zagueros de las islas, sino que en paralelo también él retrocedería desde la punta del ataque, para organizar las combinaciones entre los cinco jugadores ofensivos. La propuesta mixta de retrasar a Bradshaw como tercer zaguero y a Bullock como falso 9 cambió el rumbo del Bury, que encadenó una racha esplendorosa de victorias. Desde el día que adoptó la idea, el equipo sumó triunfo tras triunfo: ocho en First Division, dos en la Lancashire Cup y uno en la FA Cup, once victorias en seis semanas, para concluir en una memorable cuarta posición en la liga, la mejor clasificación en toda la historia del Bury. Con la idea de Bullock, el Bury introdujo de manera inmediata una variante respecto de la WM que estaba poniendo en marcha Chapman en el Arsenal. Al retrasar al mediocentro hasta la zaga se abría un gran espacio en el centro del campo que Chapman ocupaba haciendo retroceder a uno de sus atacantes interiores; en cambio, el Bury pasó a ocupar la zona vaciada, una «tierra de nadie»,25 mediante su delantero centro, lo que significó que Bullock se convirtiera en el segundo falso 9 de la historia, aunque por razones muy distintas de las que quince años antes habían impulsado a José Piendibene a hacerlo. Si en el caso del uruguayo los motivos para retrasarse y atacar en forma de abanico fueron su deseo de iniciar el juego de ataque acompañando al mediocentro Harley y, al mismo tiempo, compensar la 24. Buchan, A lifetime in football, 78. 25. Creek, Association football, 49.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 falta de profundidad del ataque en línea, lo que movería al inglés Bullock fue la necesidad de ocupar el gigantesco espacio que quedaba vacío por haber retrasado al mediocentro hasta la zaga. Su pasión por el juego escocés y la creencia de que la combinación de pases cortos era el mejor modo de atacar estuvo en la base de la decisión de Bullock. Así pues, comprobamos que el origen de esta función se dio por pura intuición de los futbolistas. En el caso de Piendibene, como mecanismo para iniciar y organizar el juego de ataque; en el de Bullock, como medida para aprovechar el vacío provocado en el centro del campo por la nueva regla. Poco después se repetiría el mismo fenómeno, esta vez en Argentina, donde Gabino Sosa y Luis Ra­vas­ chino inaugurarían una fecunda sucesión de delanteros retrasados, culminada cuando Adolfo Pedernera asumió la misma función de falso 9 dentro de La Máquina de River. Su gran mentor, Carlos Peucelle, resumió de forma sencilla cómo se produjo dicha intuición: «Yo no hice nada. Son cosas que se dan. Y se dan, se presentan, no se preparan».26 Al igual que sintieron José Piendibene y Norman Bullock (y también Jimmy Seed), del mismo modo Pedernera se hizo falso 9: por intuición. Sencillamente, se dio. Y lo mismo ocurrió en el Wun­ derteam austriaco, donde ni Hugo Meisl ni Jimmy Hogan tuvieron la más mínima intervención en que, primero, Friedrich Gschweidl y, más tarde, Matthias Sindelar ejercieran como falso 9 de la selección. A medida que el juego evolucionó a lo largo de la historia surgieron otros tipos de procesos más reflexivos y analíticos. En Budapest, el laboratorio húngaro de los años treinta llegó a conclusiones parecidas para investir al todoterreno György Sárosi como falso 9 de la selección finalista del Mundial 1938; y el laboratorio de los años cincuenta hizo lo propio hasta con cuatro jugadores diferentes: Péter Palotás, Nándor Hidegkuti, Ferenc Szusza y Lajos Tichy.

Imitación, inspiración, transmisión Este tipo de reflexión por parte de los entrenadores siempre tuvo una estrecha relación con la experiencia. Los técnicos húngaros de los años cincuenta que implantaron con éxito el falso 9 se inspiraron en las ideas que impulsaron los propios húngaros en los años veinte. Si el primer laboratorio de Budapest estuvo formado, entre 1916 y 26. Peucelle, Fútbol todotiempo, 18.

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ma rtí per a r nau 1930, por hombres como Jimmy Hogan, Zoltán Opata, Gyula Mándi, Béla Guttmann, Márton Bukovi, Pál Titkos, Jenö Kálmár o Gusztáv Sebes, el segundo laboratorio lo compusieron, veinticinco años más tarde, precisamente Sebes, Mándi, Opata, Titkos, Kálmár y Bukovi, convertidos todos ellos en expertos entrenadores. Además de la intuición y la reflexión hubo otros estímulos distintos que fomentaron la puesta en marcha del falso 9 en algunos equipos. Estos estímulos son la imitación, la inspiración y la transmisión hereditaria. Cuando Norman Bullock se retiró del juego activo y pasó a entrenar al Bury FC, lo primero que hizo fue situar a Ernie Matthews como falso 9. Y cuando el extremo derecho de aquel equipo, George Raynor, se convirtió en seleccionador de Suecia, asumió el legado aprendido junto a Bullock y Matthews, e implantó la misma función en una selección que durante diez largos años (19481958) sería una de las más poderosas del mundo. Del mismo modo, la transmisión hereditaria está en la base de la decisión de Pep Guardiola de alinear a Leo Messi como falso 9: «Johan nos lo enseñó. Con Messi hicimos lo mismo de Laudrup. ¿Por qué? Porque yo lo había vivido en persona en la época de Johan».27 Y el propio Cruyff lo había aprendido dos décadas antes, cuando Rinus Michels le convirtió a él en falso 9 del Barça y de la selección neerlandesa. La imitación, por último, fue siempre otro de los grandes motores de la evolución. En este caso, no se puede entender a Alfredo di Stéfano como gran falso 9 del Real Madrid sin recordar su larga batalla personal por parecerse a Adolfo Pedernera, primero, en River Plate y, más tarde, en Millonarios de Bogotá, donde el propio Pedernera —desde su rol de falso 9— le aconsejaba que se retrasara de la posición de punta: «Alfredo, no juegues tan en punta, lejos de nosotros. Si te juntas con nosotros, será mejor para el equipo». La imitación fue también lo que llevó al Manchester City a implantar el «Plan Revie» a partir de 1954, basado en lo exhibido por Hidegkuti con la selección húngara un año antes. Tampoco es casualidad, sino mimetismo, la coincidencia histórica de Pelé, Kopa, Eusébio o Bobby Charlton como formidables falsos 9 entre 1958 y 1966. Confirmamos de esta manera que, si bien la intuición primero y la reflexión después han sido siempre las grandes semillas de la innovación en el fútbol, los procesos de implementación de un nuevo concepto también se ven propiciados, e incluso acelerados, por otros 27. Entrevista del autor a Pep Guardiola.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 estímulos como son la transmisión hereditaria, la inspiración ideológica o la simple imitación del fenómeno. «La adecuación dentro del entrenamiento de estos estímulos consiste en crear contextos que conviertan hábitos, por repetición, en costumbre inconsciente.»28 No es extraño que una gran parte de los falsos 9 se hayan agrupado en unos focos concretos: Peñarol de Montevideo (Piendibene, Matoso Feitiço, Lago, Guzmán), Hungría (Turay, Sárosi, Palotás, Hidegkuti, Szusza, Tichy), Austria (Gschweidl, Sindelar), Bury FC (Bullock, Matthews y su derivación a Suecia con Raynor), River Plate (Ferreyra, Pedernera y el legado de Di Stéfano), Manchester City (Tilson, Brook, Williamson, Revie y, recientemente, Sterling, Bernardo, Foden, Mahrez, De Bruyne), F. C. Barcelona (Cruyff, Laudrup, Messi). En todos ellos se ha combinado el efecto de la transmisión del conocimiento y la imitación del fenómeno exitoso. Quizás el aspecto más chocante de la fecunda historia del falso 9 sea la reducida capacidad del fútbol inglés para observar, comprender, asimilar y aceptar esta función que se desarrolló tan a menudo en sus propios terrenos de juego, promovida por algunos de sus jugadores y entrenadores, empleada en sucesivas épocas por otros tantos futbolistas, descrita por algunos de sus mejores escritores y, sin embargo, nunca interiorizada, ni vivenciada, casi ni comprendida, aunque sí fueron padecidas sus consecuencias. La más explosiva y notoria de ellas, la sufrida ante Hungría en 1953 en el corazón de Londres, pero no solo en aquella ocasión. Baste recordar cómo el papel de Leo Messi en su calidad de falso 9, durante las dos finales de Champions League que enfrentó a FC Barcelona y Manchester United en 2009 y 2011, resultó demoledor y paralizante para el campeón inglés, como si le hubiera pillado por sorpresa en ambas ocasiones. De manera asombrosa, el fútbol de Inglaterra ha vivido siempre de espaldas al falso 9, pese a haber sido actor esencial en su creación y desarrollo. No hay explicación alguna a este hecho. Podríamos pensar que se debió a la tendencia humana al escepticismo frente a cualquier innovación que le sorprenda o intimide, pero quizá la única explicación posible es que fueran cegados por un conservadurismo recalcitrante, una de las señas básicas de identidad del fútbol inglés, como denunciaron de forma continuada entrenadores como Hogan o Raynor, observadores como Meisl o Lodziak, exjugadores como Joy o Buchan, o periodistas como Sharpe o Glanville. Quizá dicho conservadurismo ha sido como una venda permanente en los ojos que ha 28. Entrevista del autor a Ismael Díaz Galán, entrenador.

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ma rtí per a r nau impedido la comprensión del fenómeno del falso 9. Es cierto también que algo parecido podríamos decir de Uruguay, cuna del falso 9, así como de otros países donde surgieron felices intérpretes del delantero mentiroso, pese al reiterado desconocimiento local. Esta incapacidad casi universal para descubrir y comprender el falso 9 en cada una de sus sucesivas apariciones puede explicarse por tres causas: 1. Porque existe la creencia de que en el fútbol todo está inventado. 2. Porque somos reacios a la aceptación de cualquier nueva idea que modifique el statu quo del juego. 3. Porque tenemos serias dificultades para advertir los síntomas visibles de toda innovación, salvo que hayamos sido previamente advertidos. Estas tres premisas se resumen en un hecho irrefutable: solo vemos aquello que previamente sabemos. Es muy común la creencia de que el fútbol es un edificio de acero y hormigón, insobornablemente diseñado, totalmente construido y concluido. Un edificio plenamente finalizado en el que no caben modificaciones, por sutiles que sean. Pero la realidad es muy distinta: el fútbol es un ser vivo en perpetua evolución, donde puede parecer que todo está «inventado», pero donde también todo está «por desarrollar». Cualquier actividad humana nace, crece, se desarrolla, alcanza su madurez e inicia su decadencia (en términos evolutivos) y, como tal, el fútbol no es ajeno a este ciclo. De hecho, ya ha recorrido una buena parte de su camino, por lo que es lícito pensar que este deporte se encuentra en su fase de madurez. Su horizonte de progreso es limitado, pero aún se encuentra lejos de la fase de decadencia evolutiva, al contrario que algunas bellas artes, que atraviesan dicha curva de decadencia.29 El fútbol todavía no se halla en semejante punto del ciclo, aunque por lógica se va aproximando. Sin embargo, aún podemos estar seguros de que en los próximos decenios habrá futbolistas que inventarán nuevos gestos técnicos que sumar al catálogo existente, 29. Durante la fase de decadencia de toda actividad artística se buscan soluciones alternativas, en forma de iniciativas que se alejen del tronco principal de dicho arte. La mayoría de las artes desarrolladas por el ser humano han tocado su techo de excelencia creativa y han caído en la repetición sin más, o en la búsqueda de otros desarrollos, alejados de la ortodoxia. Son artes plenamente desarrolladas, artes completadas, que apenas dejan margen para evoluciones potentes y significativas.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 y surgirán entrenadores que seguirán añadiendo innovaciones tácticas de interés. En este sentido tenía razón Johan Cruyff cuando decía, como nos recordó Francisco Seirul·lo, que «el fútbol no es algo totalmente hecho, sino algo por hacer».30 Los clichés fijos y estáticos que se han asociado a la interpretación del fútbol durante más de ciento cincuenta años condicionan nuestra visión del juego y del proceso evolutivo que ha vivido, del que no somos en general plenamente conscientes. Unas convicciones tan arraigadas predisponen contra cualquier propuesta innovadora, ya que al considerar que el fútbol está totalmente construido y desarrollado no se concibe que pueda incorporar nuevas ideas, que acostumbran a ser despachadas con frases despectivas, afirmando que son «un invento del entrenador» o «un ataque de entrenador». En este aspecto, el fútbol posee una gran analogía con la gastronomía, donde también se afirma con excesiva frivolidad que «todo está inventado», pero en la que de manera incesante se reinventan viejas fórmulas, reutilizando antiguos conceptos y empleando otros ingredientes o combinaciones. Ocurre igual en el fútbol. Los prin­cipales avances en su evolución técnica y táctica ya se han dado, pero aún hay mucho camino por recorrer y habrá que recorrerlo teniendo muy en cuenta todo lo inventado hasta ahora, a fin de reformularlo con otras recetas y matices. Comprender esta realidad equivale a romper el muro de nuestro pensamiento convencional, mediante el que de forma despectiva llamamos «loco» a quien rompe dichos convencionalismos, o «filósofo» a quien quiebra los tópicos establecidos y emprende otros caminos. El mundo del fútbol no solo es profundamente convencional: también es terriblemente conservador, aunque en él haya vivido y siga viviendo un poderoso núcleo de «evolucionadores», es decir, entrenadores y jugadores que piensan y sienten distinto, de manera no convencional, que creen que en el fútbol aún hay mucho por desarrollar —el desarrollo es la evolución del invento— y que, precisamente porque hay que reinventarlo, no podemos saber cómo serán dichas innovaciones, las nuevas combinaciones y recetas, las futuras funciones y roles de los jugadores. Esto es así hoy y lo era hace más de cien años, cuando Piendibene comenzó la andadura del falso nueve. Nadie se enteró entonces de aquel invento. ¡Claro que no! ¡Solo vemos aquello que sabemos! ¿Cómo iban a enterarse si era una idea nueva que no constaba en ningún manual de instrucciones? En ninguna parte estaba escrito que algún día, dentro del proceso evoluti30. Entrevista del autor a Francisco Seirul·lo.

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ma rtí per a r nau vo, alguien iba a proponer alejar del área al delantero centro para provocar desconcierto entre los defensores enemigos. Fue una idea disruptiva, que rompía el pensamiento convencional, pero en su origen fue, sobre todo, una idea desconocida. Y no somos capaces de ver aquello que no conocemos previamente.31 Dado que no existía una casilla en el formulario con el epígrafe «falso nueve» esperando para ser rellenada, las sucesivas apariciones del falso 9 pasaron muy a menudo desapercibidas, cuando no resultaron controvertidas o provocaron reacciones de sorpresa o incomprensión. Durante largas décadas nadie comprendió qué significaba el falso 9, salvo quienes lo protagonizaban. Ni los periodistas, ni los aficionados, ni los jugadores rivales, ni la mayoría de los entrenadores, llegaron a percibir la dimensión del fenómeno que tenían frente a sus ojos. Es cierto que durante la primera mitad del pasado siglo no existía la veloz comunicación actual y que, si alguien inventaba algo en un rincón del mundo, era imposible conocerlo en todas partes al instante, como sucede hoy. Pero en el caso que nos ocupa, ocurrió de este modo porque nadie estaba esperando dicha innovación. Ni la del falso nueve ni cualquier otra del juego.32 El reglamento definió muy bien las condiciones del fútbol desde su origen, pero no ha sido nunca el marco universal que explicara el juego de forma pormenorizada. Han sido los propios protagonistas quienes, mediante su inventiva y sus acciones, han dirigido el proceso evolutivo —de común acuerdo con las modificaciones reglamentarias que se fueron produciendo—, mientras que el marco explicativo siempre se ha diseñado y descrito con posterioridad. Así sucedió con la pirámide de Cambridge, con la treta del fuera de juego, con la WM británica y, por supuesto, con el falso 9. Tras observar cómo jugaba el Barcelona de Johan Cruyff y también el Ajax de Louis van Gaal, y gracias a su conocimiento enciclopédico del futbol, el entrenador Juan Manuel Lillo confeccionó al detalle la descripción de dicho modelo de juego, al que denominó «juego de posición». Tras pertenecer al Barcelona de Cruyff y al de Pep Guardiola, y colaborar con él, el profesor Francisco Seirul·lo descri31. La filósofa Eulàlia Bosch expresó este rasgo humano en los siguientes términos: «Lo que a menudo nos ocurre es que [solo] vemos lo que sabemos, no lo que tenemos frente a nuestros ojos». Emmanuel Kant dijo de manera parecida: «No vemos las cosas como son, sino como somos nosotros». 32. En los años veinte, el defensa húngaro Gyula Mándi ya ideó el «salir jugando», es decir lo que conocemos como «build up» o construcción del juego, un concepto que a menudo se cree que surgió en el fútbol del siglo xxi.

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 bió esta especial manera de jugar mediante los «espacios de fase», que permiten comprender la complejidad de dicho modelo. Así, entrenadores, intelectuales, científicos e incluso periodistas han logrado describir con precisión las sucesivas innovaciones aplicadas al fútbol, aunque ello ha ocurrido siempre a posteriori. Es completamente lógico, pues nunca existió a priori ese marco universal que explicara cómo es el fútbol en toda su amplitud y complejidad. Y así debe ser porque, al fin y al cabo, el fútbol no solo es un ser vi­­vo, sino que es una actividad más líquida que sólida, más informal que ro­cosa, más gaseosa que pétrea. El fútbol es evolución. ¡El fútbol son ideas! La historia del falso 9 también es una parte de la historia del ser humano, como intuía Albert Camus en su célebre «todo lo que sé de los hombres lo aprendí en el fútbol».33 El falso 9 es el enfrentamiento de la astucia contra la fuerza bruta. Sacar al más fuerte de su trinchera, obligarle a pelear a campo abierto y sin protección, confundirle hasta hacerle perder el equilibrio, reforzar las fortalezas propias, atacar los puntos débiles del adversario, aparecer en lugares inesperados… Conceptos que parecen extraídos de El arte de la guerra y, sin embargo, no son más que los mandamientos básicos del falso nueve. La evolución táctica nos mostrará que el falso 9 se ha ejercido con acierto y eficacia dentro de la «pirámide» y también en el interior de la WM británica; en el juego ofensivo, pero también como parte del defensivo cerrojo suizo; en equipos de mentalidad proactiva y, asimismo, en otros de carácter reactivo. La función del delantero centro mentiroso prácticamente se ha utilizado con cualquier módulo de juego y bajo cualquier concepto global. Y ha sido así porque el falso 9 contiene todo el fútbol en su interior.

33. Albert Camus se refirió, en realidad, a toda actividad deportiva y no al fútbol en concreto.

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© 2021, Martí Perarnau Primera edición en este formato: noviembre de 2021 © de esta edición: 2021, Roca Editorial de Libros, S.L. Av. Marquès de l’Argentera 17, pral. 08003 Barcelona actualidad@rocaeditorial.com www.rocalibros.com @ de los gráficos: Rafa Vázquez ISBN: 9788494785139

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