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"Prefiero ser una cyborg que una diosa".
Donna Haraway

 

¡Hola! ¿Cómo va todo por ahí? En el envío anterior te conté sobre cómo los algoritmos de reconocimiento se entrenan con bases de datos generadas por humanes y que, por eso mismo, reflejan y amplían los sesgos sexistas y discriminatorios que existen en la sociedad. Gracias a eso pasan cosas como, por ejemplo, que en una foto de una mujer con un taladro en la mano la tecnología “identifique” un secador de pelo, pero si quien está en la imagen es un varón, la herramienta es mágicamente reconocida. 

Esto mismo sucede con las imágenes de desnudos en las redes sociales. No con todas, claro, pero hay un particular ensañamiento con las tetas de las mujeres, los pezones para ser más exacta. Y es absurdo, porque sabemos que con una simple búsqueda en Internet cualquier persona puede acceder sin demasiadas vueltas y de manera gratuita al mundo de la pornografía online. Pero el desnudo de las mujeres sigue siendo tabú y víctima de múltiples censuras en todas las plataformas de redes sociales.
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Tetas libres

Hace un par de semanas, después de la muerte de Rosario Bléfari, entre todas las muestras de cariño que despedían a la artista, Nora Lezano publicó una imagen en su cuenta de instagram: la primera vez que Rosario posó desnuda. “Tuve el gusto de acompañarla en su inseguridad y también en sus ganas”, escribió la fotógrafa.

Pero en menos de 24 horas la foto ya no estaba, la plataforma la había censurado y Nora optó por subirla otra vez, esta vez interviniendo el pezón.

“IG dio de baja esta foto que subi ayer. Va todo de nuevo. Veremos quien gana”. Imagen: @noralezano

 

Esta semana, la periodista Paula Gimenez en su video-columna Sexipedia de Info News explica maravillosamente en un minuto por qué algunas tetas, las de varones obvio, se pueden mostrar y las de mujeres no. Y el motivo no es sólo cultural. También es político. Las tetas de las mujeres han sido sexualidadas a lo largo de la historia y cuando no se muestran para satisfacer el consumo erótico, incomodan.

El movimiento Free The Nipple ("libera el pezón") surgió en EEUU en defensa del cuerpo femenino y el derecho a exhibirlo sin censuras y que tampoco se considere un crimen. Su origen data de 2012, luego de que una película independiente del mismo nombre fue censurada. La cinta, de la actriz y activista Lina Esco, criticaba justamente esta doble moral de la sociedad (en este caso estadounidense) en donde la violencia se acepta como algo natural mientras que un pezón, en el cine, en la televisión, en una playa causa revuelo. O peor aún, que una madre amamantando a su hije en la vía pública provoque rechazo o escándalo.

En el verano de 2017, en Argentina, luego de que tres mujeres hicieran topless en una playa y fueran denunciadas, se organizó el Tetazo Nacional. En Rosario, la ciudad donde vivo, cientos de mujeres se reunieron para reclamar por la libertad de nuestros cuerpos en el Monumento a la Bandera, el mismísimo símbolo patrio por excelencia. Fue un día histórico.

Por supuesto la movilización también sucedió y se visibilizó a través de las redes sociales, pero las fotos que mostraban pezones fueron censuradas una a una. Todas las imágenes que se encuentran hoy en Instagram, por ejemplo, tienen los pezones tapados, pixelados o son cuerpas intervenidas con body painting. Incluso las coberturas periodísticas que circularon en las plataformas, como una nota del diario Rosario 12, o la transmisión en vivo del medio local Rosario Plus realizada vía Facebook (cronista en tetas libres incluida, digamos todo), fueron denunciadas y censuradas. Luego de recuperar el video el medio optó por subirlo a su canal de Youtube donde corrió la misma suerte. 

Aquí un pezón oportunamente tapado por la mano del niño, logró que la foto no fuera censurada. Imagen: @yosemitxsam

Ahí donde se ve el pezón de una mujer, hay censura. En 2016 para mostrar este absurdo, la Fundación Macma lanzó la campaña TetasXTetas para concientizar sobre la prevención de cáncer de mama y la importancia del autoexamen mamario. Pero, justamente para evitar la censura en las redes sociales, las tetas de un varón fueron las protagonistas… ¡eso sí, qué tetas!

Arte, arte, arte

Ante la censura y el control, el arte siempre es un gran aliado. El ingenio y la creatividad ayudan a alzar la voz y buscar, a través de cualquier tipo de expresión, explorar, traspasar y subvertir esos límites aunque sea por un ratito. Algunas experiencias no han podido eludir la censura al 100% pero cada intento es valioso. Ese es el juego: invitar a la reflexión, visibilizar el problema y contagiarnos para que esta lucha sea colectiva y nuestras cuerpas y cuerpos sean libres, que no importe el género ni la orientación sexual.

En Instagram podés encontrar varias iniciativas. @genderless_nipples, por ejemplo desafía la censura publicando fotos de pezones sin definir el género, con primerísimos primeros planos. Así demuestra que el rastreo de la tecnología tiene sus límites. La cuenta @taboobofficial es el segundo intento de la artista Noortje Palmers (la primera cuenta fue bloqueada) con el que se propuso descubrir cuáles son los parámetros para decir que “un pecho femenino es un pecho” y así ser ser víctima o no de censura. Fue publicando 75 imágenes numeradas para ir identificando cuáles son las que la plataforma decide borrar.

La nro. 69. Imagen: @taboobofficial

En 2016 el diseñador español Manuel Ceballos lanzó el experimento Pixon Project, también en Instagram. Allí fue subiendo imágenes de desnudos femeninos íntegramente pixeladas excepto los pezones. Su idea fue poner a prueba lo ridículo de que sean sólo los pezones femeninos los que sufren censura y de alguna manera visibilizar la cosificación de las mujeres. Hoy la cuenta no existe (de hecho fue cancelada varias veces) pero en su perfil personal pueden ver algo de ese trabajo que también fue publicado en un libro en 2018.

Es evidente que un pezón de mujer tiene que ser transformado o sacado de contexto para que no sea “peligroso”. Eso demuestra también el trabajo de Annique Delphine que decidió inundar el mundo y sus redes con lo que ella considera lo más natural y bello del mundo: la anatomía femenina y, en concreto, los pezones. Su colección se llama Objetify me (Cosifícame), y tiene de todo: personas con cabezas de pezón, helados, flores, hamburguesas de pezones de todos los tamaños y razas. El trabajo de Annique es tan disparatado como la censura de Instagram, pero sin dudas mucho más divertido y las tetas están ahí, a la vista de todos y todas.

Exposición de Objetify me. Imagen: @anniquedelphine

Hay censura más allá del pezón

La censura y el control en las redes sociales sobre los cuerpos de las mujeres va más allá del pezón. Hubo casos de censura sobre imágenes que muestran la menstruación como lo que es, algo natural, como la foto de la poeta Rupi Kaur. Y es obvio que hay también un claro disciplinamiento sobre los cuerpos no hegemónicos. Por ejemplo, en marzo trascendió que la estrella de la temporada, TikTok, le pidió a sus moderadores limitar la difusión de imágenes de "feos y pobres". Ese mismo mes la cantante y rapera Lizzo denunciaba que varios de sus videos en traje de baño habían sido eliminados por su aspecto físico.

“TikTok sigue eliminando mis vídeos en traje de baño pero permite otros videos con otras chicas vestidas en trajes de baño. Me pregunto por qué. TikTok…tenemos que hablar”, afirmó a través de twitter. Desde la empresa declararon que los videos no se habían retirado porque Lizzo aparezca en bañador, sino porque habían detectado “comportamientos de gratificación sexual”. Mmmm. Gracias al apoyo de fanáticos y fanáticas, la app dio marcha atrás con la censura y volvió a publicarlos. 

Por motivos similares, Instagram ha cerrado varias veces la cuenta de Stephanie Sarley, catalogando su contenido artístico como “sugestivamente sexual”.  A través de la serie “Fruit Fingering”, Sarley representa el poderío de la sexualidad femenina y enfrenta la incomodidad metiendo el dedo en diversas frutas. Ella sostiene que al humanizar la vagina, la está desestigmatizando. A Instagram no le gusta eso.

Imagen: @stephanie_sarley

El vigilante medio digital

Es importante saber que, además de la tecnología adiestrada en el rastreo de contenidos, las personas también tenemos un rol importante en estos espacios digitales. Toda regulación sigue sus "normas comunitarias"  y las mismas redes nos invitan a vigilar y denunciar: ”Todos y cada uno de nosotros somos una parte importante de la comunidad de Instagram. Si ves algo que consideras que infringe nuestras normas, comunícanoslo utilizando nuestra opción de denuncia".

Pixon Project comprobó la teoría de que son los propios usuaries quienes le hacen el trabajo sucio a Instagram. Manuel Ceballos contó que su experimento también incluía otra cuenta en paralelo. "Fui colgando las imágenes originales sin pixelar en otra cuenta. Con esta segunda cuenta evité toda interacción con la comunidad: ni seguir a otras cuentas, ni dar like a nadie, ni poner tags, sólo subir imágenes". Hasta el momento en que el libro se publicó la cuenta de los desnudos no pixelados continuaba activa y, sin embargo, Pixon Project hacía rato que ya no existía más. 

La misma red social sobre las fotos de pezones aclara: “Aunque restringimos las fotos de senos femeninos que muestren el pezón, sí permitimos las que representen actos de protesta, a mujeres amamantando activamente y fotos de cicatrices de mastectomías. También permitimos fotografías de pinturas, esculturas y otras obras de arte donde se muestren figuras desnudas”.

Es increíble que la imagen de un pezón de mujer genere tanta controversia. ¿Si las feministas tuviéramos un lugar en la mesa de toma de decisiones, esta censura y vigilancia tan vergonzosa sobre los cuerpos femeninos seguiría ocurriendo? Yo creo que no.

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Te mando un beso. ¡Nos leemos la semana que viene! Ivana.

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